Perdido en la noche

Estaba a los pies del contenedor de cartones. Lo miré fijamente y no podía creérmelo. Estaba vivo, y parecía pedirme auxilio desde el fondo de una gran bolsa de plástico. Miré sus hojitas verdes, mezcladas con algunas secas, la tierra sedienta y agrietada, el tronco dolorido,  y no dudé. Lo monté en el maletero del coche y me lo traje a casa. La última vez que rescaté a un ser  herido de la basura, se trató de un laúd. Las sabias manos de mi tío Teófilo lo devolvieron a la vida, y ahora, es un instrumento con un alma que vibra. Esta semana se trató de un ser muy hermoso. Está bastante desvalido. He podado algunas ramitas secas, lo he regado y he pulverizado con agua fresca las pocas ramas que tiene. No tengo ni idea de cómo se cuida un bonsai y mucho menos, uno herido y abandonado, pero voy a intentarlo. Imagino que si ha llegado a mí, es por alguna razón que iré descubriendo. Bienvenido a casa.

IMG_20140702_213658-2