Mi nuevo texto premiado en las Jornadas Góticas 2022
El perfume
Puedo sentir el perfume de las rosas en mi nariz. Es un olor denso, algo marchito y mezclado con el de la lluvia sobre la tierra. Ahora está amaneciendo, lo noto por unleve regazo de luz que traspasa las nubes de tierra,también por el canto de los pájaros y la brisa fresca que se cuela por los resquicios de la madera. Una mañana más, creo.
Ha pasado un tiempo inmensurable desde que ocurrió todo, pero aún no soy capaz de dar sentido a lo que me está pasando. Todo fue tan deprisa, que no he podido aún reconstruir el puzle de lo acontecido aquella noche. Solo sé que no siento dolor, ni miedo, ni alegría. Solo percibo lo que me llega a través de esos poros de luz que me comunican con el mundo. Hay flores, pájaros, tierra y nada más. Cuando todo está lleno de negrura, los rayos de la luna penetran por las rendijas, tan leves que puedo adivinar que es ella, la luna, la que viene a visitarme. La quietud lo invade todo. ¿Es esto la paz de la que me hablaba el pastor? No tengo ya noción del tiempo, la he perdido. Hay minúsculos animalitos que me recorren todo el cuerpo. No siento nada, solo sé que están ahí. Recorren mis cabellos, que extrañamente han crecido de forma desmesurada. Frente a mi nariz hay una pared blanca que parece de seda. No me impide respirar, porque no necesito hacerlo. Solo siento calma, sosiego. A mi alrededor hay restos de madera y puedo verlos sin moverme. Hay días, horas quizás, no sé con qué frecuencia, que mis ojos salen hacia fuera, recorren parajes externos observando a gente que no puedo tocar, porque el resto de mi cuerpo, o lo que queda de él, no los acompaña. Después regresan aquí, a mi paz oscura. A veces viene alguien a traer las rosas que después se marchitan. Oigo sus susurros y el llanto. No sé quién es. ¿Debería saberlo? Pronuncia un nombre de forma repetida y clama a gritos: “¡Amelia, Amelia, hija mía!”. No sé si es mi nombre. No sé si soy yo. No sé nada. De nuevo vuelvo a sentir el aroma de sus rosas o quizás sean jacintos o crisantemos. Recuerdo vagamente los colores del exterior, los olores, los nombres, e intento retenerlos. Hoy, o lo que puedo llamar hoy, ha pasado algo diferente: estoy oyendo el sonido lejano de unas campanas. Mis ojos ya no abarcan nada. No veo tampoco los rayos de luna. Voy haciéndome cada vez más pequeña,pero la paz se va haciendo cada vez más grande. Lo abarca todo. Creo que me voy a otro lugar aún mejor que este. No lo sé. No me importa.