Cosas de mi ciudad

Estuve esperando a que la dueña de la tienda terminase de hablar con sus anteriores clientes. Pero sin darme cuenta, acabé inmersa en la conversación y como miembro activo de ella. Son cosas que pasan en mi ciudad… Al lado del mostrador había un ordenador y en la pantalla, un mensaje de correo electrónico: «enviado». La dueña lo abrió, y nos leyó su contenido. Era una carta dirigida a su hijo, un joven estudiante que residía a muchos kilómetros.  ( Entiéndase el término » muchos» en las proporciones del amor materno) . La mujer le enviaba mucho ánimo y otras palabras de cariño al joven para que con ellas se enfrentase a un examen. La respuesta del chico, que también se nos mostró,  era un mensaje de máximo agradecimiento hacia su madre. Al final, acabamos todos con lágrimas en los ojos. Y todos dijimos  que la comprendíamos, y sorbiéndonos los mocos, pagamos los artículos  que íbamos  a comprar y que  finalmente nos fueron  entregados.