Duelo

Me contaba mi abuela Margarita que fue perdiéndo familiares desde la niñez, con lo cual, pasó su vida de luto. Se visitió de negro, y nunca más se quitó este color . También se taparon los espejos de su casa y se les dio la vuelta a los cuadros coloridos. Tampoco podía participar en actos sociales excepto en las misas. Mi abuela usaba medias que también eran negras, pero en los últimos años, las comenzó a usar transparentes y solo volvía a  las negras cuando fallecía algún pariente o amiga. Cuando murió mi otra abuela, Paula, mi padre quitó la televisión y guardó el tocadiscos. Así eran los lutos y los duelos hace años. Al dolor de la pérdida se sumaba la presión social, porque aquello, lógicamente, más que sentimiento era costumbre. Algunas se perdieron, otras se conservan. Pero podemos elegir, al menos, sin tanta presión. De todos modos, siempre habrá alguien que intentará imponernos su forma, aunque nadie podrá hacerlo, porque cada cual tiene la suya. Me ha gustado conservar en mi vida, con mi familia, la costumbre del velatorio nocturno. El de mi madre ha sido un continuo paseo por los recuerdos, con la voz reconfortante de nuestras vecinas de la infancia, con la gente querida; ratos de lágrimas, ratos de risas; anécdotas entrañables, el café, un dulce, ¿unas cervezas? También. Abrazos, besos, más abrazos. Más recuerdos…  «¡Qué graciosa era la señora Carmen, qué risa el día que dijo …!¨. Y más risas. Y de nuevo, las lágrimas, porque nunca más escucharás esa anécdota que ella contaba… Amanece y te invade un vacío tremendo pero te guardas el dolor para los momentos de soledad, aunque, a veces, se te va escapando en los más inoportunos: un vestido igual que el de tu madre; una palabra, un gesto; un recuerdo que de repente, y sin sentido, se te presenta. Afortunadamente,  yo tengo mis cuadernos de bitácora  para plasmar todo lo que siento y quiero compartir en estos momentos. Salgo al mundo sin su calor, pero  me llevo su memoria, sus consejos, sus caricias, sus abrazos, que son los que yo ahora puedo compartir. Me llevo su amor y también esa anécdota que ella ya no contará pero que contaré yo… por ella. Y de esta forma, seguimos viviendo juntas, de alguna manera, mi madre y yo.

Corazon05

Triopía

3 pensamientos en “Duelo

  1. Querida Pilar. Recuerdo con tus palabras el velatorio de mi padre y que también nos reímos mucho cuando en la madrugada estábamos sólo los más cercanos. Él a pesar de sus duelos siempre se rió mucho. Gracias a él hubo risas en mi casa. Supo perder con elegancia y se murió con la elegancia que vivió. Fui afortunada al poder estar a su lado hasta el final lo que me hizo comprenderle mejor.Ahora pasados 22 años la dulzura de su recuerdo suaviza su ausencia siempre, aunque el nudo en la garganta no puedo evitarlo en ocasiones. Le sigo queriendo a pesar del tiempo.

    • Qué bonitas palabras de amor. Gracias por compartirlas. De mi padre me costó mucho despedirme . Era él más joven y lleno de vida y no lo acepte igual. Me invadía un sentimiento de injusticia . Cada duelo se elabora cómo podemos. Lo
      Importante es que sí el amor permanece intacto. Y el dolor atenuado. Un abrazo

  2. gracias por escribir ojala no dejes de hacerlo me encantó tu escrito es bellísimo Felicidades

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